Que también puedo ser luz y sombra
pasado y presente, calma y tempestad
un punto medio entre lo que quieres y lo que necesitas,
la sombra de un árbol a mitad de una tarde calurosa;
esa balada que te hace danzar sin música y sin ritmo.
El suspiro a mitad de la noche donde tu corazón palpita
y extraña la parte de la vida en que siempre es mejor
sonreír por haberlo intentado a vivir con la incertidumbre,
esa llama que queda encendida como esperando
que alguien pida un deseo o decida apagarla.
La que habla de desamores a destiempo
mientras bebe una copa de vino sentada bajo la oscuridad,
con aquellas amigas que se han memorizado sus andanzas
sin que le preocupe ni el frío ni el correr de la noche,
ocultando las heridas de batalla bajo esos ojos tristes.
Y todo se resume nuevamente a una sola persona
que va dejando huella en todo quien la conoce,
que la han visto pasearse por las calles de aquella ciudad,
entre el tumulto de la gente que va de prisa.
De entre todo lo que se puede romper y volver a reparar
ella decide hacerlo por medio de las letras,
entonces sola es como se va reconstruyendo
mientras cada escrito va tomando forma distinta.
Y su melancolía se siente en cada espacio de ello,
se reduce a lo mejor que sabe hacer
y se sienten como vitaminas que poco a poco
van haciendo que sus ganas resurjan de entre las cenizas...
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