Que nunca sea demasiado tarde para empezar a creer en lo bonito de la vida,
ni demasiado pronto para estar equivocada respecto a una persona
porque la vida es esa resbaladilla a la que tanto mirabas desde abajo
y poco a poco se nos vino esa repentina sensación de yo puedo con eso y más
o el aire que te enredaba el cabello mientras te mecías en los columpios
y por dentro te llenabas de unas bocanadas de satisfacción.
Descifrar los mensajes ocultos que lanzan las personas ya me es tan agotador,
siempre he preferido las cosas de frente y sin rodeos, porque ya a esta edad
uno necesita certezas y no más dudas o confusiones que te resten paz,
ya no basta con mirarse bien para una fotografía y colocarla en las redes,
a mi no me va muy bien eso de buscar la aprobación del mundo
cuando por más de 20 años he tenido que encontrar la propia frente al espejo.
Soy de las que rompen los esquemas y paradigmas, que aún en contra de todo
y de todos, se ve bonita aún sin maquillaje y con el cabello hecho un desastre,
la que a ciertas horas del día ya quiere mandar todo a la mierda
porque le estorban los tacones, el cabello recogido y la ropa, la gente,
de las muy pocas que va por la vida con un montón de constelaciones en el rostro
todas de diferente tamaño y color, pero que logran lo más bonito del mundo.
Si, esa soy yo; a la que le sobran un sinfín de motivos para desistir
pero encuentra muchos más con los cuales tomar impulso, contener el aire
y encontrarle brillo a los días más jodidos, la que aún con tanto equipaje a cuestas
se siente tan libre, valiente y llena de muchosidad, quien observa desde lejos
lo bendita que es la vida con todas las incongruencias y sinsabores que le acompañan...
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