Siempre pasa
En la antigua estación sentada bajo aquel árbol, imagino y recuerdo
como mis manos dibujaban constelaciones enteras al atardecer
y ponía nombres extraños a los lunares que se apreciaban en su rostro,
sumergía mis espacios entre sus dedos mientras se enlazaba una nueva historia.
Entonces recuerdas como de pequeña eras ajena a tanta soledad y angustia
buscando de entre los rincones cuando era obvio que no hacía falta nada:
llegar a casa y disfrutar una taza de chocolate caliente mientras mamá
abrazaba y alejaba todos los miedos que te parecían enormes,
teniendo como testigo un gran refugio al que muchos le llaman hogar.
Las personas eran un poco menos insufribles y las batallas se ganaban siempre
o al menos eso parecía mientras te dormías y al día siguiente el dolor se había ido
y solo te preocupaba la aceptación de tus compañeros y las clases rutinarias,
el uniforme y las golosinas eran como un deleite para cada espacio que te estrujaba.
No es que trate de regresar el tiempo con tantas palabras aquí expuestas
pero que difícil crecer y darte cuenta de todo lo que se avecina,
las cuentas por pagar, los pedacitos que se van quedando del corazón roto,
en cada esquina, en el cenicero lleno de colillas de tabaco,
en el café medio vacío y las botellas de vino que anoche olvidaste tirar.
Extiendes tus alas pero hay algo que te impide despegar,
como una brecha entre lo que fuiste y lo que serás, entonces pretendes correr
y tus piernas ya agotadas se detienen a medio camino,
te es imposible volver a donde quisieras, y avanzas a paso lento...
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