¡Que siempre sea la mejor forma de poder transmitir los sinsabores de la vida!
Disfrazada de la chica que vive dentro de una biblioteca con esos anteojos
que han sabido ocultar las pecas llenas de historias,
o de aquella otra que sabe divertirse algún fin con sus amigos
y dentro de su oficina ocupa un tiempo para la magia que brota de sus manos
frente a una computadora que la ha visto contener el llanto que desborda
intranquilidad, con sus manos blancas y su pelo risado rosando sus labios.
Empecé por escribir cuando de mi pecho no podía salir ningún grito,
cuando las palabras se agolpaban de entre los dientes y se quedaban atrapadas
entre lo que quería y podía, con el dolor inmenso de la perdida de alguien,
sabiendo que nada volvería de la manera como esperaba
y poco a poco se fue quedando como forma de vida, algo que se siente como respiro,
hoy si pretendo prenderle fuegos artificiales a mis letras, a las muchas otras
que han logrado plasmar lo que a otros nos salva e identifica.
Esas que son como un bucle en el que poder regresar cada vez que nos hace falta,
como resguardo o parte de nosotros, esas tantas que sientan mejor
que cualquier medicina, todos merecemos que por lo menos alguien
piense en nosotros como poesía misma,
como su musa o la más amarga de las vivencias que hacen que las mismas palabras
parezcan cobrar vida y hacerte ver a la persona que hizo trisas
un corazón una noche de verano.
Con un millón de formas de hacerla y en distintas manifestaciones que tiene la vida,
lo mínimo que podríamos ofrecerle a la poesía es un día, sabiendo que siempre esta ahí,
los corazones rotos son los que más crueles y crudos pueden plasmarse,
también las ausencias y alegrías se desbordan a la hora de tomar lápiz y papel
o un documento en la computadora, la página de un blog.
Yo por ejemplo escribo lo que en el momento necesita respirar y tomar impulso
porque lleva mucho tiempo atorado y ya no sabe nadar, pues desde pequeña se me dio
tan mal el hacerlo, soy de las que tropiezan y se limpia la tierra, agarra aire y sigue,
hace mucho que las espinas de las flores dejaron de doler, ahora mismo he aprendido
a convivir con mis demonios y creo que nos va un tanto bien...
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