Esa tarde de sábado se dio cuenta de lo lejos que estaba
aquello que tanta falta le hacía y ni si quiera sabía,
alguna vez se cruzo por sus sueños un hombre alto
que combinaba perfecto con el perfil que el espejo le mostraba.
Tenia sus labios grandes y sus brazos tibios,
una espalda ancha y las manos tan perfectas que costaba creerlo,
era como si alguien muy poderoso lo hubiera diseñado para ella
y se lo tuviera guardado bajo llave hasta esperar que estuviera lista.
Entonces decidió colocarlo lejos, muy lejos, tanto que era una ironía
hacerlo formar parte de los días y noches de ella,
encontrarlo sumergido entra sus pensamientos y bajo las pestañas,
decorar el espacio que han creado con la sola esperanza de verlo.
De entre la gente ahora se ha percatado lo absurda de algunas personas
y va por la vida comparando e imaginando su caminar por las mismas calles
sintiendo que algo falta para terminar su vida con la mejor de las sonrisas,
empezar siempre con la ilusión de verlo bajo el umbral de su ventana.
Tantas veredas en donde perderse y le siguen pareciendo tan desiertas,
esos espacios donde ha sonreído siempre le quedan debiendo algo,
como esperando ese último suspiro que le regrese de entre los muertos
y bailar bajo la lluvia o encima de una colina con las estrellas de testigo.
Equivocarse una y otra vez pero con alguien de la mano que te impulse
y te mantenga a flote sin importar cuanto cueste ni lo mucho que pese,
con la única condición de ser el uno del otro, ahora ya más maduros
menos tercos, más sensibles y capaces de ver en el otro su propio reflejo...
miércoles, 29 de mayo de 2019
martes, 21 de mayo de 2019
Intentar e inventar
Quiero intentarte
como el sol por la mañana pretendiendo colarse de entre la ventana,
o el columpio que mece la inocencia de los niños por la tarde,
una copa de vino a plena luz de luna, el tiritar de la noche fría,
la plena calma de un atardecer en el sonar de las olas.
Por todos los lugares que he frecuentado sin que dejen huella
y todas las personas que han pasado sin rastro de su esencia,
por cada día con un vacío creciente
y cada noche con insomnios o una que otra pesadilla.
Quiero inventarte con unos hoyuelos en cada extremo de tu sonrisa,
y la inexplicable manía de ver en mi la magia de un nuevo día,
una buena oportunidad de abrazarte y abrazar nuestros defectos,
los errores que nos hacen un poco más humanos y menos perfectos.
Y que nuestros colores formen un arco iris con formas distintas,
los aromas de nuestros cuerpos se dejen vencer bajo las sabanas,
en medio de la cocina o encima de un viejo sillón,
saboreando nuestros besos ya cansados de tanta espera.
Quiero terminar mis días abrazada a tu espalda,
ser el ancla que mantiene a flote todas esas ganas que nos tenemos,
la razón por la que te levantes cada día con una sonrisa
y te acuestes cada noche sin miedos ni incertidumbres.
El resplandor de las luces tardías bajo los portales,
y esa melodía que te baila al compás de mi recuerdo,
en aquél viejo café donde nos tropezamos y reconocimos,
las tardes de verano donde el viento te despeina la tristeza.
Saber que después de tantos caminos
a lo lejos se vislumbra la mano que inconscientemente
va encontrando mis pasos un poco torpes y cansados,
y esos ojos que me repiten que al fin llegue a casa...
como el sol por la mañana pretendiendo colarse de entre la ventana,
o el columpio que mece la inocencia de los niños por la tarde,
una copa de vino a plena luz de luna, el tiritar de la noche fría,
la plena calma de un atardecer en el sonar de las olas.
Por todos los lugares que he frecuentado sin que dejen huella
y todas las personas que han pasado sin rastro de su esencia,
por cada día con un vacío creciente
y cada noche con insomnios o una que otra pesadilla.
Quiero inventarte con unos hoyuelos en cada extremo de tu sonrisa,
y la inexplicable manía de ver en mi la magia de un nuevo día,
una buena oportunidad de abrazarte y abrazar nuestros defectos,
los errores que nos hacen un poco más humanos y menos perfectos.
Y que nuestros colores formen un arco iris con formas distintas,
los aromas de nuestros cuerpos se dejen vencer bajo las sabanas,
en medio de la cocina o encima de un viejo sillón,
saboreando nuestros besos ya cansados de tanta espera.
Quiero terminar mis días abrazada a tu espalda,
ser el ancla que mantiene a flote todas esas ganas que nos tenemos,
la razón por la que te levantes cada día con una sonrisa
y te acuestes cada noche sin miedos ni incertidumbres.
El resplandor de las luces tardías bajo los portales,
y esa melodía que te baila al compás de mi recuerdo,
en aquél viejo café donde nos tropezamos y reconocimos,
las tardes de verano donde el viento te despeina la tristeza.
Saber que después de tantos caminos
a lo lejos se vislumbra la mano que inconscientemente
va encontrando mis pasos un poco torpes y cansados,
y esos ojos que me repiten que al fin llegue a casa...
sábado, 18 de mayo de 2019
Caos
Con tantos idiomas que existen en el mundo y tantas personas,
he coincidido con todo tipo de ellas: desde las que hicieron trisas
mi corazón, otras tantas que han ayudado a repararlo con paciencia
y van por la vida con tanto brillo que no necesitan apagar a nadie.
Porque ya suficiente caos hay dentro y fuera de ella,
entonces se dedican a remendar los corazones rotos,
a poner estrellas donde antes había un cielo nublado
y te iluminan la vida de colores o uno que otro arco iris al final del camino.
Que poco se habla de las satisfacciones que tiene la vida
cuando al final del día llegas a casa y te desconectas del mundo
reconectando todo tipo de emociones con los tuyos,
descubriéndote con la sonrisa amplia y el alma en paz.
Y que nadie nos diga que no es bueno cantar con el alma
la canción que sentimos tan nuestra, abrazar nuestros miedos,
escondernos tras una máquina para plasmar todo cuanto queramos,
porque ya estamos grandes o nos falta mucho por aprender.
Anoche había un montón de personas agotadas por la vida,
una de ellas era yo con ese dolor de cabeza incesante,
todo un resultado de la explosión en que me he convertido,
ya van siendo las 12 y su mensaje nunca llegó...
he coincidido con todo tipo de ellas: desde las que hicieron trisas
mi corazón, otras tantas que han ayudado a repararlo con paciencia
y van por la vida con tanto brillo que no necesitan apagar a nadie.
Porque ya suficiente caos hay dentro y fuera de ella,
entonces se dedican a remendar los corazones rotos,
a poner estrellas donde antes había un cielo nublado
y te iluminan la vida de colores o uno que otro arco iris al final del camino.
Que poco se habla de las satisfacciones que tiene la vida
cuando al final del día llegas a casa y te desconectas del mundo
reconectando todo tipo de emociones con los tuyos,
descubriéndote con la sonrisa amplia y el alma en paz.
Y que nadie nos diga que no es bueno cantar con el alma
la canción que sentimos tan nuestra, abrazar nuestros miedos,
escondernos tras una máquina para plasmar todo cuanto queramos,
porque ya estamos grandes o nos falta mucho por aprender.
Anoche había un montón de personas agotadas por la vida,
una de ellas era yo con ese dolor de cabeza incesante,
todo un resultado de la explosión en que me he convertido,
ya van siendo las 12 y su mensaje nunca llegó...
viernes, 3 de mayo de 2019
Desamores
Que también puedo ser luz y sombra
pasado y presente, calma y tempestad
un punto medio entre lo que quieres y lo que necesitas,
la sombra de un árbol a mitad de una tarde calurosa;
esa balada que te hace danzar sin música y sin ritmo.
El suspiro a mitad de la noche donde tu corazón palpita
y extraña la parte de la vida en que siempre es mejor
sonreír por haberlo intentado a vivir con la incertidumbre,
esa llama que queda encendida como esperando
que alguien pida un deseo o decida apagarla.
La que habla de desamores a destiempo
mientras bebe una copa de vino sentada bajo la oscuridad,
con aquellas amigas que se han memorizado sus andanzas
sin que le preocupe ni el frío ni el correr de la noche,
ocultando las heridas de batalla bajo esos ojos tristes.
Y todo se resume nuevamente a una sola persona
que va dejando huella en todo quien la conoce,
que la han visto pasearse por las calles de aquella ciudad,
entre el tumulto de la gente que va de prisa.
De entre todo lo que se puede romper y volver a reparar
ella decide hacerlo por medio de las letras,
entonces sola es como se va reconstruyendo
mientras cada escrito va tomando forma distinta.
Y su melancolía se siente en cada espacio de ello,
se reduce a lo mejor que sabe hacer
y se sienten como vitaminas que poco a poco
van haciendo que sus ganas resurjan de entre las cenizas...
pasado y presente, calma y tempestad
un punto medio entre lo que quieres y lo que necesitas,
la sombra de un árbol a mitad de una tarde calurosa;
esa balada que te hace danzar sin música y sin ritmo.
El suspiro a mitad de la noche donde tu corazón palpita
y extraña la parte de la vida en que siempre es mejor
sonreír por haberlo intentado a vivir con la incertidumbre,
esa llama que queda encendida como esperando
que alguien pida un deseo o decida apagarla.
La que habla de desamores a destiempo
mientras bebe una copa de vino sentada bajo la oscuridad,
con aquellas amigas que se han memorizado sus andanzas
sin que le preocupe ni el frío ni el correr de la noche,
ocultando las heridas de batalla bajo esos ojos tristes.
Y todo se resume nuevamente a una sola persona
que va dejando huella en todo quien la conoce,
que la han visto pasearse por las calles de aquella ciudad,
entre el tumulto de la gente que va de prisa.
De entre todo lo que se puede romper y volver a reparar
ella decide hacerlo por medio de las letras,
entonces sola es como se va reconstruyendo
mientras cada escrito va tomando forma distinta.
Y su melancolía se siente en cada espacio de ello,
se reduce a lo mejor que sabe hacer
y se sienten como vitaminas que poco a poco
van haciendo que sus ganas resurjan de entre las cenizas...
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