martes, 23 de abril de 2019

Otro horizonte...

Como la lejanía que cubre cada instante entre nosotros,
esa brecha entre tierra y espacio que va siendo tan agobiante 
y terriblemente cruel cuando te encuentras a las 3 de la mañana
pensando en lo poco que sientes conocer a una persona nueva
y sin embargo la vida solo te lo esta prestando de a ratos
creyendo que todo ha sido una pesada broma del destino.


Imaginas tus manos recorriendo una piel muy familiar
como el olor del café recién molido al amanecer, 
los labios cansados de tanta espera se han vuelto sin vida,
y los brazos que antes resolvían calmarte el frío
ahora llevan por dentro un millón de girasoles en llamas,
decididos a no apagarse a menos que sea por quien los despertó.

Y pruebas una, dos, diez facetas que antes no sabías que tenías,
te descubres sonriendo frente al espejo y el teléfono
imaginando recostarte al lado izquierdo de su pecho
para escuchar cuantas veces late su corazón al tenerte cerca,

y a que velocidad puede su respiración cortar la tuya.

Conoces nuevas palabras, canciones y lugares a lo lejos
cuando en realidad nada de eso importaría con tan solo verle,

oír su voz y que te cante al oído, sentir su piel al erizarse 
y sus labios juguetear y vacilar mientras te mueres por conocerle.

Dices ser fuerte y no querer más, pero todos los días 
al despertar le buscas entre tus sabanas frías y el golpe de la alarma,
te llena de sobrenombres y tu mundo se desbarata,
cada espacio vacío va dejando marca en tu anticuada yo,
siempre hay algo nuevo que aprender y guardar.

Las manecillas del reloj parecen nunca marcar a su favor,
los días del calendario se han vuelto tan tediosos
que el poco tiempo que disfrutan el uno del otro
siempre es el mayor de los placeres al terminar el día...






miércoles, 17 de abril de 2019

Avanzar

Siempre pasa
En la antigua estación sentada bajo aquel árbol, imagino y recuerdo
como mis manos dibujaban constelaciones enteras al atardecer
y ponía nombres extraños a los lunares que se apreciaban en su rostro,
sumergía mis espacios entre sus dedos mientras se enlazaba una nueva historia.


Entonces recuerdas como de pequeña eras ajena a tanta soledad y angustia
buscando de entre los rincones cuando era obvio que no hacía falta nada:

llegar a casa y disfrutar una taza de chocolate caliente mientras mamá
abrazaba y alejaba todos los miedos que te parecían enormes,
teniendo como testigo un gran refugio al que muchos le llaman hogar.

Las personas eran un poco menos insufribles y las batallas se ganaban siempre

o al menos eso parecía mientras te dormías y al día siguiente el dolor se había ido
y solo te preocupaba la aceptación de tus compañeros y las clases rutinarias,
el uniforme y las golosinas eran como un deleite para cada espacio que te estrujaba.

No es que trate de regresar el tiempo con tantas palabras aquí expuestas
pero que difícil crecer y darte cuenta de todo lo que se avecina,

las cuentas por pagar, los pedacitos que se van quedando del corazón roto,
en cada esquina, en el cenicero lleno de colillas de tabaco,
en el café medio vacío y las botellas de vino que anoche olvidaste tirar.

Extiendes tus alas pero hay algo que te impide despegar,

como una brecha entre lo que fuiste y lo que serás, entonces pretendes correr
y tus piernas ya agotadas se detienen a medio camino,
te es imposible volver a donde quisieras, y avanzas a paso lento...





martes, 9 de abril de 2019

Caos

De nuevo el caos ha entrado en mi vida para instalarse: mi cabello enredado 
y sin chiste lo sabe, mis kilos de más también han retornado, 
incluso mis manos se sienten ásperas y frías; aunque no es difícil de adivinar
cuando la única respuesta que se me ocurre es que nunca se había ido del todo.


Son de esas tantas cosas que tengo constantes y para lo que de verdad soy buena,
hay días en los que las palabras sobran y los gestos me delatan;
es como repetir una canción un millón de veces en la cabeza y que no logres entender,
y sueñas con un ángel al que ahora le ha dado por desconocerte y es que,
¿como no hacerlo? si después de algunos años estas lejos de ser la niña que cantaba
bajo la sombra de un árbol aprendiendo a entender a Zoé.


Quien te iba a decir que añorarías las tardes en que después del colegio
te tumbabas en el sillón hasta quedarte dormida
y ya en la noche la tarea que parecía no tener fin podría resultar tan fácil,

con las mañanas por delante y tus amigos esperando, lo de menos era despertar.

Tu rostro a estas alturas ya va reflejando el cansancio por la monotonía
por no ver nada nuevo con el pasar del tiempo, ni emocionarse con cualquier letra,
canción, aroma ni textura, ya son más de las 11 cuando el sueño te ha vencido
decidiendo que mañana si tendrás ánimos para sonreír
porque hoy simplemente no quisiste fingir, ya te has acostumbrado a ello.


Se repiten sabores y sin saberlo te vuelves víctima de ello,
ya no basta con lo que un día te pudo haber hecho feliz
porque así como las mariposas tienden a atravesar por una etapa para desarrollarse
tú también lo haces, el problema es entender en cual paso te encuentras al despertar...








lunes, 1 de abril de 2019

Bocanada de aire

Que nunca sea demasiado tarde para empezar a creer en lo bonito de la vida,
ni demasiado pronto para estar equivocada respecto a una persona
porque la vida es esa resbaladilla a la que tanto mirabas desde abajo
y poco a poco se nos vino esa repentina sensación de yo puedo con eso y más
o el aire que te enredaba el cabello mientras te mecías en los columpios
y por dentro te llenabas de unas bocanadas de satisfacción.


Descifrar los mensajes ocultos que lanzan las personas ya me es tan agotador,
siempre he preferido las cosas de frente y sin rodeos, porque ya a esta edad
uno necesita certezas y no más dudas o confusiones que te resten paz,
ya no basta con mirarse bien para una fotografía y colocarla en las redes,

a mi no me va muy bien eso de buscar la aprobación del mundo
cuando por más de 20 años he tenido que encontrar la propia frente al espejo.

Soy de las que rompen los esquemas y paradigmas, que aún en contra de todo
y de todos, se ve bonita aún sin maquillaje y con el cabello hecho un desastre,

la que a ciertas horas del día ya quiere mandar todo a la mierda
porque le estorban los tacones, el cabello recogido y la ropa, la gente,

de las muy pocas que va por la vida con un montón de constelaciones en el rostro
todas de diferente tamaño y color, pero que logran lo más bonito del mundo.


Si, esa soy yo; a la que le sobran un sinfín de motivos para desistir
pero encuentra muchos más con los cuales tomar impulso, contener el aire

y encontrarle brillo a los días más jodidos, la que aún con tanto equipaje a cuestas
se siente tan libre, valiente y llena de muchosidad, quien observa desde lejos
lo bendita que es la vida con todas las incongruencias y sinsabores que le acompañan...