Anoche soñé con un recuerdo de esos que te hacen voltear la vista
pero sin querer regresar a recoger lo poco que servía o te hacía feliz,
como si pequeñas partes de mi aún siguieran arrinconadas
invisibles, incapaces de desprenderse del lugar donde han hecho nido.
Entonces vuelvo a escribir de entre tanto caos, resurgiendo fragmentos
de algún momento de mi vida donde soñaba con ser grande y era invencible,
y cuando todo parecía ir mal solo bastaba con jugar a las muñecas con mi prima
pensando que todo lo que les pasaba a ellas, era nuestro futuro.
Y ahora lo único que deseo con todas las fuerzas es tiempo para volver a soñar,
descansar de todo lo pesado que últimamente me pasa,
acomodar espacios vacíos para no cometer alguno que otro error,
gritar las veces que sea necesario el nombre de mis tropiezos y aciertos.
Que en lugar de gustarme los inconclusos, me baste con una indecisión
para moverme de dirección y dejar que el viento me despeine los miedos,
y los colores del cielo vengan a iluminar las tardes en solitario,
con la firme intención de vibrar tan chingon que la misma energía regrese a mi.
Voy reconociendo nuevas facetas en mi que antes me parecían imposibles,
como la vez que baile hasta las 3 de la mañana con tacones sin perder el piso,
o aquella otra en que lloré con el corazón roto y tardó muchísimo en sanar,
queriendo con toda el alma a los míos y siendo feliz con ellos.
Dedico de vez en cuando uno que otro suspiro a los que ya no están
pero que dejaron huellas o rasguños a su paso,
y sonrisas a tantas personas que se hacen presentes aun en la distancia
o con algún mensaje que te recuerda el porque siguen en tu vida.
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