Que me he quedado sin palabras y con las alas rotas
unas veces más que otras y he necesitado un respiro
de todo y todos por los que paso últimamente,
sin mencionar la cantidad de ropa que ya no me queda.
Me estorban muchas cosas y unas cuantas personas,
hace falta una sanación que me ayude desde dentro
a curar sino todas, unas cuantas heridas
porque esto de ser fuerte ahora mismo pesa demasiado.
Voy por la vida intentando sanar a los demás
cuando soy yo la que lo necesita sin pedirlo
porque ya hace mucho tiempo se fueron quienes me sanaban,
fue entonces que aprendí a convivir con el dolor.
Ya no tengo tiempo ni paciencia para lo que al destino se le ocurra,
tampoco me interesa combatir la soledad con una mala compañía
porque los tropiezos me hacen ser selectiva y precavida,
una que otra vez el pasado llama a mi puerta pero decido no abrirle.
La monotonía también es algo con lo que he tenido que lidiar
y ahora ya no me parecen del todo abominables los domingos en casa,
o las mañanas donde sobra el café y falta con quien compartirlo,
donde el desayuno es lo único que parece llenarte en ese instante.
El cuerpo de tanto esfuerzo se agota y empieza a quebrarse
y el color de mi rostro ya se apaga cuando no lo logro,
los descansos son insuficientes y las jornadas eternas,
y las medicinas de alguna forma perdieron sentido contra mi cuerpo...
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