martes, 25 de junio de 2019

Por el puro gusto

Uno de estos días mando todo a la fregada
y me voy a recorrer el mundo
con maletas vacías y un montón de esperanza 
como quien se ha despertado de un largo sueño.

También con la victoria de saberse libre por primera vez,
de mecerte bajo el brillo de una media luna
y despertar con el cobijo del amanecer y el romper de las olas,
conocer y reconocerte de entre nueva gente.

Una muchedumbre que no se percata de tu existencia,
ni siquiera cuando rozas su hombro al pasar,
descubrirte jodidamente nerviosa con las cosas nuevas
pero sonriendo cual niña pequeña que juega en un parque.

Y te detienes porque la vida te ha insistido en hacerlo,
bajas por primera vez la guardia y te permites extrañar
a viejas amistades, antiguos amores y olores,
deseas por primera vez en mucho tiempo seguir sin que duela.

Te hallas a unos miles de kilómetros de esa primera vez,
de ese primer beso en que ocurría de todo y se sentía lo mismo,
pasabas de unas mariposas enormes en el estomago 
a unas manos temblorosas, inquietas, esperando quien las gobernara.

Vuelves de noche a tumbarte en el sofá y esperas, y mientras lo haces
te vence el sueño y te cobijas en esta nueva oportunidad que esperabas
desde hace mil amaneceres en los que te sentías pequeña
y sin querer vas descuidando partes que antes te eran elementales.

Hoy las duchas ya no son tan cortas y poco relajantes,
los desayunos aunque en solitario se sienten en calma,
esa taza de café que mucha falta hacía antes
hoy la tomas por el puro gusto y con un postre por eso de la valentía...






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