Quería gritar y destrozarlo todo a mi paso, esquivar cada uno de los golpes y tropiezos que le ha puesto la vida a mi andar, esconder ya no es de mis cosas favoritas porque si uno esta eufórico no importan ya tantas etiquetas que la sociedad impone ante el respeto, la educación, la mediocridad, ¡al carajo tantos absurdos!.
Después de que uno va por la vida con la esperanza de poder volar, de despertar y que el día te sonría como tantas veces lo has pedido, sin importar que tan cargado este el café, o que tipo de clima sea el que se asoma por la ventana, esas sabanas hechas una mierda por toda la noche en que envolvieron las pesadillas recurrentes o el frío que innegablemente se cuela del espacio que ha dejado la puerta entreabierta, por eso de los fantasmas o la oscuridad.
Y los ecos de la casa ahora se hacen un poco menos fuertes, ha llegado una visita inesperada, que aunque te vuelca el corazón y te calma el vacío, empiezan nuevamente tantos y tantos conflictos, preocupaciones, angustias del sentirse inútil ante las adversidades, como si de nada sirvieran todos estos años librando esta batalla llamada vida que siempre te golpea con mayor fuerza, entonces esos escudos que has puesto no sirven de mucho a la hora de pelear, y se te viene como avalancha un sinfín de obstáculos.
Ahora ya no basta con acostarse cada noche con al esperanza de que los sueños logren mitigar la angustia y el dolor que llevas dentro, no puedes mentirle a la del espejo porque es la única que te conoce a la perfección, ¡y que cortos se quedan los dolores físicos a comparación de toda esta revolución que ha llegado!.
Las cosas cotidianas se han hecho tan pesadas, el tener que manejar una careta ante la sociedad, ¡y que va! a ellos les importa un carajo todo eso que te esta ocurriendo, y es normal porque allá afuera cada quien es dueño de su propio silencio, esclavo de sus batallas y sufrimientos.
Curiosamente me he cansado de tantos errores en mi vida, desearía por una vez poder ganar, quedarme sentada y decir que valió la pena tanto esfuerzo, que esa recompensa de la que todo el mundo habla ya ha llegado por fin para instalarse, quedan tantos años por delante y tristemente ya se me han agotado mis ganas de seguir, ojalá la vida también tuviera una caja sorpresa que te anunciara para donde dar vuelta o cortar camino...
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