No ha pasado nada nuevo desde aquella tarde de febrero
donde mis girasoles se fueron deshojando a destiempo,
en que la luz de las cortinas fumigaba mi habitación
y el olor a viejo me recordaba sentimientos escondidos
Como en otra ocasión cuando pretendía encender un cigarrillo
y se incendio todo a su paso por las cenizas que aun tenía guardadas,
no pude hacer más que regarme desde dentro como defensa propia
sentada bajo aquel umbral que dejaba espacio para la melancolía
Desdibuje en mi mente ese pequeño mapa que me guiaba a la felicidad,
maldije un millón de veces tantas veces que lo creí perfecto,
estruje contra mi pecho tantos besos y caricias que aun sentía,
necesitaba con urgencia cerrar ese ciclo que me seguía doliendo
Y de nuevo vine aquí a refugiar mi llanto con estas palabras
a escarbar todo lo que seguía latiendo para dejar al rojo vivo
pues sentí que siempre había sido mi mejor manera de continuar,
nunca en mi vida sentí tanta paz como cuando empecé a escribir
Siempre de perdidas, de luto, de esos que llaman sentimientos
y aunque me reconocía tan frágil al hacerlo, la sanación venía después,
me exigía de más porque sabía que podía, como curita en el corazón,
también comencé a reclamar lo mejor porque se lo que valgo
De pronto un día cualquiera todo ese proceso dejó de doler,
hablar del tema ya no me hacía un nudo en la garganta
sirviéndome de ejemplo y de lección para valorar
todo ese desastre que se produjo desde el principio al fin...
No hay comentarios:
Publicar un comentario