He pensado y he pasado por mucho últimamente,
que difícil resulta ser la que dio bastante por tanto tiempo
y llega el punto en que te quedas seca de tanto llorar,
se te junta un nudo en la garganta de tanto callar.
Haces como si no dependieras del mundo entero
cuando lo único que necesitas es que alguien venga
a hacerte su mundo en un abrazo lleno de esperanza
porque también pesa ser la que carga el equipaje de tantos.
Y ya no son las mismas 10 de la noche cuando logras conciliar el sueño
o ese sábado en que te despertabas hasta tarde sin preocupaciones,
sin ningún tipo de agobio que le hace daño a tu corazón,
cuando ya no logras decir con palabras lo que ahora sientes.
También eres las veces que te encerraste desde dentro para no estallar,
callando y sintiendo como se desploma algo cuando lo haces,
y tus espacios en blanco que nadie logró colorear, ocupar, o llenar,
entra tantos ir y venir de la gente has decidido quedarte siempre aquí.
Cuando a muchas personas el irse las ha sanado o transformado
tu has decidido hacerle caso a la cobardía que se esconde
detrás de ese escritorio con las alas atoradas a un costado,
bebiendo ese café a mitad de la madrugada con los ojos entre cerrados.
Eres el montón de oportunidades que has dejado ir por el que dirán,
las sabanas hechas un lío cuando por la noche las pesadillas crecen
y una mano amiga no esta ni cerca para calmar los miedos,
también los dolores de cabeza constantes de tanto pensar y sentir.
Mis pies han parado de tanto tropezar por el camino,
estas manos han agotado todas las expectativas de volverse cálidas,
ahí vamos de nuevo a extrañar con todas las fuerzas
y a rogar que no me muera otro poquito con los rasguños venideros...
martes, 29 de octubre de 2019
miércoles, 16 de octubre de 2019
La de veces
He contado las veces que lloré bajo una luna llena
mientras pedía ser lo suficiente para alguien,
o la cantidad de letras que he plasmado
por tantos rasguños que me han hecho de un tiempo acá.
Vacía por tanto espacio que he hecho en algunos
a los que yo también rompí el corazón
o dejé algo inconcluso por cobardía o miedo de exponerme.
Miré un montón de películas cursis tratando de encontrar explicación,
de darle sentido al camino que llevo y el cansancio evidente,
tomé unos cuantos whiskys con la esperanza de seguir sin recordar,
despertar una mañana con la resaca acostumbrada pero con más alivio.
Otra noche que acostada en mi cama semidesnuda busco tu cuerpo
y me imagino enredada entre tu barba y mis labios
con la tan acostumbrada tibieza de tus manos sobre mis muslos
reconociendo mis piernas temblorosas por distinguir tu tacto.
Escabulliéndome encima de mi almohada, ahora mismo hace mucho calor
y tu no estas para apagarlo, ni encenderlo más de la cuenta,
tanto que no logre escapar de la húmeda llovizna en la que me encuentro,
vacilando tocarte porque temo interrumpir la sensualidad de la noche.
Deseo más que nunca ese pecho contra el mío con tu respiración agitada
y las manecillas del reloj pareciendo como que el tiempo se detuvo
en aquella habitación que envuelve nuestra intimidad
y nos hace dueños el uno del otro con tantas caricias y besos.
Mi apetito parece no tener fin cuando se trata de ti, de tu aroma,
de esa sonrisa inconsciente e inocente volviéndome loca a las 2 de la mañana
saboreándote una y otra vez mientras repaso el mapa de tu cuerpo
como si no me lo supiera ya de memoria, torpe, incrédula, loca por ti.
Reviso una y mil veces los lunares que me han marcado un camino
del que me siento atrapada y llena de vida al recorrer,
a través de él he podido descifrar el momento exacto
en que culminas y empiezo yo a vivir, a sentir y creer que si se puede.
Me deslizo entre tus piernas y siento como parte de mí ha hecho nido
en un mundo completamente conocido y al mismo tiempo misterioso,
como si supiese que corro peligro y me atreviera a cruzar el miedo
cuando en la madrugada despierto sobre tus brazos y me siento a salvo.
Con mis años y los daños sigo siempre escondiendo mis deseos,
esperando la ocasión para poder transformarlos o deshacerme de ellos,
con cualquiera de las dos opciones me ha ido bastante bien,
ahora no necesito de algo o de alguien para ser feliz...
mientras pedía ser lo suficiente para alguien,
o la cantidad de letras que he plasmado
por tantos rasguños que me han hecho de un tiempo acá.
Vacía por tanto espacio que he hecho en algunos
a los que yo también rompí el corazón
o dejé algo inconcluso por cobardía o miedo de exponerme.
Miré un montón de películas cursis tratando de encontrar explicación,
de darle sentido al camino que llevo y el cansancio evidente,
tomé unos cuantos whiskys con la esperanza de seguir sin recordar,
despertar una mañana con la resaca acostumbrada pero con más alivio.
Otra noche que acostada en mi cama semidesnuda busco tu cuerpo
y me imagino enredada entre tu barba y mis labios
con la tan acostumbrada tibieza de tus manos sobre mis muslos
reconociendo mis piernas temblorosas por distinguir tu tacto.
Escabulliéndome encima de mi almohada, ahora mismo hace mucho calor
y tu no estas para apagarlo, ni encenderlo más de la cuenta,
tanto que no logre escapar de la húmeda llovizna en la que me encuentro,
vacilando tocarte porque temo interrumpir la sensualidad de la noche.
Deseo más que nunca ese pecho contra el mío con tu respiración agitada
y las manecillas del reloj pareciendo como que el tiempo se detuvo
en aquella habitación que envuelve nuestra intimidad
y nos hace dueños el uno del otro con tantas caricias y besos.
Mi apetito parece no tener fin cuando se trata de ti, de tu aroma,
de esa sonrisa inconsciente e inocente volviéndome loca a las 2 de la mañana
saboreándote una y otra vez mientras repaso el mapa de tu cuerpo
como si no me lo supiera ya de memoria, torpe, incrédula, loca por ti.
Reviso una y mil veces los lunares que me han marcado un camino
del que me siento atrapada y llena de vida al recorrer,
a través de él he podido descifrar el momento exacto
en que culminas y empiezo yo a vivir, a sentir y creer que si se puede.
Me deslizo entre tus piernas y siento como parte de mí ha hecho nido
en un mundo completamente conocido y al mismo tiempo misterioso,
como si supiese que corro peligro y me atreviera a cruzar el miedo
cuando en la madrugada despierto sobre tus brazos y me siento a salvo.
Con mis años y los daños sigo siempre escondiendo mis deseos,
esperando la ocasión para poder transformarlos o deshacerme de ellos,
con cualquiera de las dos opciones me ha ido bastante bien,
ahora no necesito de algo o de alguien para ser feliz...
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