sin dejar de ser algo único, nos fuimos entusiasmando
por como encajaban nuestros gustos, nuestras almas,
nuestro poco sentido común, el no querer encajar con esta sociedad.
Él aunque lejano me era tan familiar, como si lo conociera de otro tiempo,
en otras circunstancias en donde no nos separaban miles de kilómetros
y nuestros cuerpos y vida hubieran estado esperando a reencontrarse,
todo este tiempo se torno tan significativo al momento de compartir.
Sin si quiera haberme puesto una mano encima me eriza la piel,
ni hablar de la forma de su sonrisa, de esos ojos tan coquetos
y su abdomen tan perfectamente proporcionado me ha vuelto loca,
esa voz como una hermosa melodía que me ha devuelto la calma.
Querer tocar a alguien que no se te ha permitido,
sentir su pecho junto al mio cuando nuestros labios se funden en un beso,
sus manos rodeando mi cintura mientras aparta mi cabello de su rostro,
y estrujar su mano por el tiempo que hemos esperado hacerlo.
Esas tardes que se convirtieron en bohemias con las muchas canciones
que compartimos para conocernos de a poco y descubrir otra cualidad
en su lista de innumerables encantos que me han ido cautivando,
imaginar su día a día me llena de tanto y tan poco.
Teniendo en cuenta la lejanía en que se encuentra, me siento tan pequeña
y me repito tantas veces cuan difícil me ha resultado no pensarle,
no extrañarlo en los días donde no se nada de él y me sumerjo en los recuerdos
sin saber exactamente hacía donde voy, siempre esta él presente...