Te dibujé del lado derecho de mi pecho porque siempre fuiste un error
siempre fuera de rango o a destiempo y sin embargo disculpando todo
cuando con eso bastaba para volver a encontrarme sumergida en ti
Con tanto que nos faltó por recorrer, mis pies decidieron parar,
por miles de veces en que sentí respirar con una pizca de brisa
que asomabas de entre tus comisuras rotas, rasgando mi paz,
censurando cualquier otro atisbo de cariño por alguien más
Pintando tonalidades nuevas y raras a esas tardes inciertas,
despertando nuevas formas de querer y de creer al instante de coincidir,
calmando mi alma con solo un roce de tus manos, de tu boca
y de todas esas esperanzas que se disfrazaban al compás de tu voz
Escarbando desde los escombros que alguien más habría dejado,
rompiendo ventanas, pisos y paredes a nuestro paso,
como quien ha decidido re decorar desde dentro para volverse único,
y no pasar desapercibido ante el paso y el peso de los años
Nos faltaron un millón de primaveras y nos sobraron tantas mentiras,
que en más de una ocasión creía estar al borde del abismo
mientras continuara caminando de la mano de un desconocido
queriendo convencerme que en otras vidas habríamos sido el uno para el otro
Todo y nada al mismo tiempo, el gris se había vuelto algo viable,
como cuando tratas de creer que si rozas el borde de un cuchillo no te cortará,
esperando una lluvia inmensa en medio de tanta sequía,
volviendo a los vicios de vez en cuando mientras esperas lo inevitable
Y otra vez me encuentro aquí pensando en lo único que me mantiene a flote
sin tener una mínima idea de lo que se avecina, queriendo ser positiva
como último recurso cuando ya no tienes nada que perder
porque se lo han llevado todo y las cenizas siguen ardiendo intactas...
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