martes, 28 de enero de 2020

A contraluz

Hoy me levanté del lado izquierdo de la cama
pero en el lado correcto de la vida
en el que me he dado cuenta que nadie me ha definido
tan perfecto como la vez que me observe desde dentro y florecí.


Sintiendo tanto por alguien que nunca hizo nada al saberlo,
y tan poco por quien juntaba constelaciones para regalarme,
que en tantas ocasiones todo este caos ocasionó un terremoto dentro,
haciéndome sentir tan incompleta y falta de motivos para quedarse.

Tantas veces en que me gana el coraje y el orgullo
de poder demostrar a quien sea y contra lo que fuese
el porque de mis guerras internas y como he logrado combatirlas,

que también las fogatas para calmar el alma se pueden volver en tu contra.

Que una mañana cualquiera despiertas y sientes que el mundo no te alcanza,
quieres gritar y saltar, lanzar fuegos artificiales y brillar,
pero también hay muchas otras que la cama suena como el mejor de los planes,
una bebida caliente y cerrar el corazón por al menos un día.

A veces el no estar lista para que la vida siga también es valido,
el querer cerrar las cortinas y esconderse del mundo
cuando a mitad del amanecer el estruendo de las calles es una pésima idea,
y los sabores del cereal se han tornado tan vacíos, amargos y tristes.

El desdibujar de ese espejo una sonrisa tan forzada
saber que la peor de tus facetas se ha apoderado de ti
y no se quiere ir porque es más cómodo dejar de fingir que todo esta bien,
esos colores que antes amabas van perdiendo el sentido.


El cabello se te desacomoda un poco a medida que intentas arreglarlo
algo así como el corazón que ha dejado de latir normal,
se niega a seguir después de tantos rasguños y quiebres
en que nunca ha logrado salir victorioso, solo se rinde...













miércoles, 8 de enero de 2020

Sanación

Siempre he tenido mi propio tiempo para sanar,
nunca puedo apurar al corazón a empezar a cicatrizar
mucho menos si se trata de alguna herida superficial,
así como lo visibles que son al sentirse expuestas.

He tenido momentos que me escondo a las tantas de la noche
en aquella habitación que me ha resguardado incontables veces,
cuando de niña lastimaron un poquito mis ilusiones,
o las veces que prefiero llegar a apagarme a ella y que el mundo siga.

Trato siempre de encontrar el equilibrio y ser un poco paciente,
pero sale a flote esa otra parte desequilibrada y un tanto loca,
que ha decidido que la espera agota y lo cotidiano apesta;
sintiendo que un día a la vez no es lo suficiente rápido.

Tomando lo bueno que se presenta cada cierto tiempo
y sintiendo que el mundo se viene abajo una vez al mes,
porque los dolores no son suficiente castigo,
la del espejo también reclama en esos días y pasa factura.

Y se va haciendo costumbre eso de las pizcas de dicha,
porque una no puede estar desperdiciando los días malos,
esos sirven para escribir y sangrar, para dejar a las heridas respirar,
y que el alma descanse un poco de tanto asfixio silenciado.

Todo cuanto más lo disfruto se vuelve contra mi,
encontrando la manera de hacerme daño
así también me pasa con las personas y que fastidio
me resulta encontrar el camino de retorno.

Sin duda los años no han sido del todo buenos conmigo,
las lecciones cada vez se vuelven más rudas,
las caricias un tanto menos frecuentes,
los besos ya no me sirven si no tienen sabor...