viernes, 30 de diciembre de 2022

Viejas costumbres

Tiene mucho que no venía por aquí
a plasmar mis sinsabores, a destruirme otro poquito
contando como me encanta autosabotearme
si de felicidad se trata, si esta de por medio el dejarme querer bonito

Cuando el frío entra por la ventana y no hay nada que hacer
más que arroparse doble, porque eso del calor humano ya no abriga,
entumiéndose gran parte de la felicidad, recordando a quienes ya no están,
vuelvo a ser aquella niña pequeña que tanto añora a su papá

Preguntándome cuanto cansancio hay dentro de estos ojos
que ya no pueden ni llorar, se desacostumbraron a eso
y ahora solo atinan un nudo en la garganta que cada vez pesa más,
dejando miles de estruendos dentro que se disfrazan de tantas malas caras

Tentando a la suerte cada cierto tiempo para ponerle este toque tan mío
que hace que la vida sea un poco menos aburrida, monótona y triste,
entonces de vez en cuando vuelvo a esas malas costumbres y hábitos
balbuceando desde mis adentros tantos reproches que dejan de importar

Trastabillando un paso a la vez, me detengo en medio de la muchedumbre
dejo caer un poco de mi pesar en aquella banca un poco rota,
casi tanto como lo he estado yo sin poder lograr enmendarme
o muy en el fondo sin querer hacerlo por aquello del aburrimiento

Siempre es preferible tener una buena historia que contar
cuando las arrugas cubran el rostro, y las manos pierdan su fuerza,
ahora mismo no coincide para nada lo que quiero con lo que puedo
pero uno se acostumbra con el peso de los daños

Cada etapa de mi vida me recuerda a la neblina de mi pueblo
con todo y el frío que lo caracteriza, muy en el fondo
adoro y añoro tanto de ella, que no me atrevería a marcar alguna en especial,
de todo se aprende y me voy quedando con lo mejor de ello...